La casa de la que hablaré hoy me ha llamado muchísimo la atención por varios motivos. Uno de ellos es el hecho de que está construida en torno a un árbol centenario, el cual puede verse desde cualquier ángulo tanto desde el interior como desde el exterior de la vivienda, aunque en este último caso sólo sea por lo que sobresale su copa.
Se trata de un frangipani, y su posición central es el punto de partida de toda la construcción, de hecho, es con lo primero que nos topamos cuando la puerta principal está abierta. Presidiendo un pequeño espacio ajardinado, su posición recuerda a una pequeña isla alrededor de la cual se distribuye una generosa y original piscina rectangular.
Luz e intimidad
A ambos lados del vestíbulo se encuentran el salón y el comedor, y el acceso al resto de las estancias transcurre a través de unos corredores que hay a ambos lados de la piscina. La casa ha sido construida por Wallflower Architecture + Design atendiendo a 3 premisas fundamentales: la primera de ellas es la posición central del árbol, y las otras dos son obtener simultáneamente el máximo de luz y de intimidad. Así pues, la casa ha sido construida en cristal y su exterior está perfectamente velado por un cribado de madera que, junto con los árboles que la rodean, impiden ser vistos desde el exterior.
La planta baja se muestra totalmente acristalada, pues en ella se encuentran los espacios comunes, como la cocina, que está frente a la entrada. La planta superior muestra el mismo velado para proporcionar más intimidad en los dormitorios. En ella también se encuentra una amplia biblioteca que ocupa todo un corredor. La luz llega a través del patio interior y se dispersa por toda la vivienda gracias a las aperturas de los barrotes, de las escaleras y de otros tipos de tragaluz.