Hoy veremos una vivienda que es una clara demostración de que cuando las cosas se hablan dejando claros los conceptos básicos, prácticamente todo es posible, y es que no hay nada mejor que una buena comunicación entre arquitecto y cliente. La cuestión es que una persona adquiere dos terrenos colindantes en un bosque de pinos y quiere levantar una vivienda cuyas medidas y distribución respeten por completo el entorno.
Ésa es la premisa principal con la que se encuentra el estudio Cangiano – Capparelli, encargado de llevar a cabo dicho proyecto en una parcela que mide en total 1.896 m². Después de estudiar la ubicación y distancia existente entre todos y cada uno de los pinos, finalmente se construye esta casa de 289,16 m² sin haber talado un solo árbol. Para ello se juega con diversos entrantes y salientes en la disposición de las fachadas.
Más detalles
Incluso el contorno en deck que rodea la vivienda ve limitada su anchura para no interferir en ningún momento con el curso de la naturaleza. Una naturaleza que los propietarios quieren disfrutar al máximo y para ello se habilitan unas grandes cristaleras en las zonas de estar. Jugar con los reflejos verdes de los pinos sobre el cristal es un efecto que se ha logrado especialmente en el comedor, cuya mesa es de este material para aumentar aún más ese reflejo. Del mismo modo, alguna esquina acristalada da sensación de ser un espejo, algo que podrás comprobar en una imagen de la galería.
El interior
La zona principal está formada por un amplio salón que tiene continuidad con el comedor y la cocina. Un pequeño muro de hormigón separa el primer ambiente del segundo, mientras que éste se ve divido del tercero por una barra para desayunos o aperitivos. Ante la imposibilidad de hacer la vivienda en una única planta, la solución final fue construir la suite principal en otra altura, así como una pequeña casa de invitados con un dormitorio y baño completo en una zona próxima del exterior.
Fotografías: Diego Medina.
