A medio camino entre la estética nórdica e inglesa con influencias norteamericanas, esta vivienda situada en el Condado de Albemarle, Virginia (Estados Unidos) es paradójicamente un ejemplo de modernidad.
Edificada en el año 2011 según un proyecto del estudio Robert M. Gurney Architects, la casa se abre completamente al paisaje de praderas y bosques que la rodea, aprovechando al máximo la belleza del entorno y la luz natural gracias a las paredes de cristal que se pueden abrir casi por completo.
La residencia se encuentra al borde de un bosque, ocupando la cima de una colina que permite a sus habitantes disfrutar de excelentes vistas de las praderas y los bosques del horizonte. Está formada por un conjunto de tres pabellones, todos ellos con cubierta a dos aguas, que proporcionan refugio entre los árboles y el césped y se benefician de la belleza de ambos paisajes. El pabellón central, con una sola estancia, está destinado a alojar las zonas comunes en un espacio diáfano rodeado de paredes de cristal.
Gracias a esta característica, el acceso de la luz natural está garantizado durante todo el día y a lo largo de todo el año. El porche cerrado y la terraza de piedra natural se extienden a lo largo de la construcción, permitiendo a los usuarios disfrutar de un punto óptimo para contemplar los atardeceres sobre la naturaleza. El terreno de la casa se separa de los bosques mediante una extensión de césped y pavimento de pizarra. Los pabellones colindantes albergan los dormitorios y zonas privadas, todos ellos en un despliegue de cristal, cemento y piedra natural para una casa moderna, pero sólidamente anclada en el pasado.
Fotografías: Maxwell MacKenzie Architectural.