Los arquitectos de Studio GAON son los responsables de esta preciosa casa, a medio camino entre lo moderno y lo tradicional, que se encuentra en la República de Corea. La bella localidad de Banwall, situada en las lindes de la ciudad de Jeounju, es el lugar idóneo para edificar una vivienda que recibe el nombre de Casa de Enero, y que respira poesía y espiritualidad por los cuatro costados.
Si la vivienda cuenta con todo el equipamiento necesario y muestra unos interiores de plena vanguardia, que contrastan con su clásico exterior, hay algo más en sus proximidades que la convierte en una casa, como mínimo, “especial”.
Hacia el norte, un huerto; y hacia el oeste…
Y es que en la misma finca, concretamente en su parte oeste, se encuentra una zona destinada a acoger el cementerio familiar, de forma que la vivienda y sus habitantes se encuentran en contacto próximo con sus antepasados. Lejos de ser algo siniestro o morboso, este hecho entronca directamente con la tradición espiritual coreana del culto a los ancestros. En la zona norte de la finca hay un bosque de pinos, y hacia el sur encontramos un huerto. En el sudoeste, la Moak Mountain desvela su imponente presencia a través de los ventanales de la casa.
Rompiendo fronteras
La casa es una elegía al concepto de límite o frontera, sobre el cual un poeta coreano escribió una vez que “en todas y cada una de las lindes abundan las flores”. Fronteras entre los vivos y los muertos; entre los distintos niveles arquitectónicos y el suelo; entre el antiguo trabajo del propietario y su nueva ocupación… Es una vivienda diseñada para difuminar estas fronteras y acoger una vida tranquila, sin restricciones ni obstáculos. La construcción se divide en dos partes bien diferenciadas: un volumen revestido de madera para la vida doméstica, y una pequeña casa forrada de ladrillo rojo dedicada por completo al ocio y el descanso de la pareja propietaria.
Fotografías: Youngchae PARK.
