El contraste extremo que crea el color rojo del envolvente de esta sencilla vivienda, con el blanco impoluto del paraje sobre el que se alza (un distrito oriental de la ciudad noruega de Oslo), son casi como una pincelada abstracta sobre el lienzo en blanco. La casa es un producto del estudio de arquitectura noruego JVA y destaca por su atrevimiento, su rectitud formal y sus amplios y minimalistas interiores.
La vivienda se encuentra situada en la orilla boscosa de un río, orientada en sentido perpendicular a la corriente de éste. El estudio dispuso así su construcción para enfatizar el potencial dramático del lugar y evitar obstruir las vistas desde la casa.
Dos plantas y una terraza
Dos plantas articulan el proyecto y acogen los diferentes espacios. La zona donde se desarrolla la vida cotidiana se encuentra ubicada en la planta superior, con las estancias orientadas al sur y al oeste y complementadas con una magnífica terraza cubierta, que se abre a los árboles situadas hacia el oeste. En cuanto a la planta inferior, está destinada acoger los dormitorios de los niños: sus ventanas se encaran con el valle que se abre hacia el norte, más allá de los bosques.
Oeste, sur y norte
La doble orientación de la casa es la base de la dinámica arquitectónica del proyecto, mientras que el diseño (interior y exterior) despliega todo su potencial con la idea de reflejar también esta interesante dualidad. El vecindario está repleto de construcciones de madera unifamiliares edificadas hace décadas, de forma que la casa destaca con su intenso color rojo sobre la nieve y por encima de las residencias que la rodean, reflejando el temperamento de sus propietarios y una indiscutible personalidad.