Museo Chillida-Leku en Guipúzcoa


“Un día soñé una utopía: encontrar un espacio donde pudieran descansar mis esculturas y que la gente caminara entre ellas como por un bosque”. Las palabras del fallecido escultor Eduardo Chillida fueron el origen de este museo, que a pesar de todos sus avatares (inauguraciones, cierres y reaperturas constantes) sigue siendo uno de los mejores ejemplos que conocemos de integración de arquitectura, tradición, entorno natural y obra artística, no sólo de nuestro país sino también de otros continentes. El museo tiene su origen en el año 1984, cuando la familia Chillida-Belzunce compra el caserío Zabalaga con parte de su finca. El escultor se alió con el arquitecto Joaquín Montero para crear un lugar donde poder trabajar y desde el que poder comercializar sus esculturas.

Pero el mismo Chillida fue perdiendo el deseo de vender su obra, y en lugar de ello decidió ir colocando sus esculturas por el terreno, y al mismo tiempo habilitar el caserío como museo.


Actualmente el Museo Chillida-Leku está cerrado al público salvo en ocasiones puntuales, pero al parecer las instituciones vascas han declarado ya su intención de reabrirlo en la primavera del 2012. El complejo se divide en tres zonas: un jardín de doce hectáreas, con arbolado y más de cuarenta obras escultóricas; un área de servicios (con auditorio, zona de descanso y tienda) y el propio caserío, que alberga las obras de formato mediano y pequeño (las grandes descansan en el jardín) del gran escultor guipuzcoano.

El museo se podría considerar una obra de arte en sí, ya que fue concebido y llevado a cabo por el propio Chillida. La interacción del viejo caserío de piedra, los nuevos volúmenes en hierro y cristal y el jardín escultórico genera un conjunto arquitectónico y artístico que, sin duda, merece este calificativo.
Fotografías: Stua.

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